Los capítulos 1 y 2 de Génesis nos enseñan que Dios es el creador de todo lo existente. La creación, aunque diferente del Creador, refleja su carácter, del mismo modo que una obra de arte refleja el carácter del artista que la llevó a cabo.
En Génesis 1:31 se nos menciona que tras acabar la creación, el propio Dios declaró que todo lo creado era bueno en gran manera . Es importante esta afirmación, ya que al ser declarada buena por Dios, la creación tiene un valor intrínseco, es valiosa en sí misma, no lo es por el hecho de que contribuya al sostén del género humano, no lo es sólo porque nosotros podamos sacar provecho de ella.
El propio Dios ha declarado ser propietario absoluto de toda la creación. Esta es una verdad que una y otra vez repiten los salmos (Salmos 24:1; 89:8-14;). Además, el Señor continua proveyendo y sosteniendo todo lo creado. El salmo 104 es un magistral ejemplo en este sentido. En respuesta a ello, el salmista indica, que toda la creación reconoce y alaba al Señor (Salmo 148).
LA RESPONSABILIDAD DE CUIDAR DE LA CREACIÓN
En Génesis 1:26-28 leemos que el ser humano recibió de parte de Dios el mandamiento y responsabilidad de hacerse cargo del cuidado de su creación. El texto bíblico dice "ejerza dominio". Ahora bien, la palabra dominio nos plantea un serio problema ya que, depende de cómo se interprete, interaccionamos de una manera u otra con la creación de Dios.
Hay dos grandes interpretaciones al respecto: el dominio entendido como explotación y el dominio entendido como responsabilidad.
La primer opción considera que todo lo creado está allí para satisfacer al ser humano, el medio ambiente es un recurso, el valor de las cosas reside en su utilidad.
La segunda, por el contrario, mira a la misión que recibió el ser humano de custodiar la creación, el medio ambiente es una responsabilidad, las cosas tiene valor intrínsecamente.
0 comentarios:
Publicar un comentario