La Biblia, es un libro que nos habla mucho sobre el amor, pero también habla sobre todo, del punto de vista humano, sobre la amistad, en el regalo de sí mismo, que se hace en la vida por la persona amada. La amistad representa, una de las expresiones más noble del amor y esto es posible únicamente en seres racionales, es decir, sólo entre personas puede reinar la amistad. Aunque no encontremos tratados completos sobre la amistad humana en la Sagrada Escritura, sí encontramos frecuentes referencias a como se gesta la amistad y se nos presentan ejemplos poco comunes de auténtica y profunda amistad, de ahí, que para realizar esta reflexión, me he basado mucho en este sagrado libro.
La Biblia nos presenta ante todo ejemplos concretos de amistad profunda entre personas que se quieren de forma espontánea y en el sentido más real de la palabra; en estos modelos el amor envuelve a todo el ser humano, a menudo hasta el riesgo de la propia vida. En el Antiguo Testamento uno de los ejemplares más célebres y elocuentes de la auténtica amistad lo encontramos en la historia trágica del atormentado rey Saúl; su hijo mayor quería fuertemente, hasta estar dispuesto a dar su vida por él, a David, a pesar del odio con que lo trataba su padre. Cuando Jonatán vio a este joven héroe en presencia del rey con la cabeza del gigante Goliat en la mano; "quedó prendado de David, y Jonatán comenzó a amarlo como a sí mismo" (1S 18,1); por eso hizo un pacto con el hijo de José, "porque lo amaba como a sí mismo", y le regaló "su manto, sus vestidos y hasta su espada, su arco y su cinturón"(lSam 18,3s).
El amor de Jonatán a David no fue sólo de orden sentimental, sino que se manifestó muy en concreto; en efecto, cuando su padre decidió matar a su amigo, le avisó para que estuviera atento e intercedió en favor suyo con unas palabras tan convincentes que hizo renunciar al rey a sus propósitos homicidas (1S 19,1-7). Como consecuencia de las persecuciones de Saúl, Jonatán tuvo que ayudar a huir a su amigo, enfrentándose con la ira de su padre, que llegó a lanzar contra él su lanza por haber defendido a David (1S 20). En aquella ocasión los dos amigos hicieron un nuevo pacto: "Jonatán reiteró su juramento a David por el amor que le tenía, pues le amaba como a sí mismo" (1S 20,17). Antes de separarse, los dos amigos se besaron y lloraron juntos, hasta que David llegó al paroxismo; Jonatán entonces dijo a su amigo: "Vete en paz. En cuanto al juramento que hemos hecho en nombre del Señor, que el Señor esté siempre entre tú y yo, entre mi descendencia y la tuya" (1S 20,42).
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