No hay duda alguna de que el Nuevo Testamento presenta a Jesucristo como una personalidad excepcional. Él da evidencia impresionante de poderes extraordinarios en los milagros que realiza; él hace las observaciones más penetrantes acerca de la vida humana, la fe, y la verdadera adoración a Dios; y sus afirmaciones referentes a sí mismo, como la única fuente de vida venidera, son tales que nadie más se atrevería a hacer. Sus apóstoles dicen de él, después de su ascensión, que fue exaltado a todo poder y autoridad a la diestra de Dios. Y su propia evaluación de la vital trascendencia de su persona se resume como sigue:
"Y esta es la vida eterna, que [los seres humanos] te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Juan 17:3).
Ahora bien, la mayoría de aquellos que tienen alguna idea acerca de Jesús, piensan en él como parte de la Deidad; como Dios el Hijo, que existió en el cielo desde el principio del tiempo con Dios el Padre, igual en poder y autoridad que él, pero descendió a la tierra para nacer, como un bebé humano, de una doncella israelita conocida como la Virgen María; luego muere en la cruz como una señal del amor de Dios por el género humano, antes de regresar al cielo a reasumir su anterior exaltada posición. En vista de que el Espíritu Santo también es considerado como parte de la Deidad, esto es el Dios "Tres y Uno" (o Uno en Tres), según se describe en la Doctrina de la Trinidad. Los teólogos eruditos que defienden esta doctrina, entienden la relación entre las tres Personas--Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo--de una manera muy sutil, y la mayoría de aquellos que la aceptan de un modo un tanto vago, la entienden de una forma mucho más elemental.
Muchas personas religiosas sinceras sostienen la creencia de que "Jesús es Dios" más bien por razones emocionales. Cualquiera que no acepte ciegamente esta fórmula, se le considera de inmediato como "hereje" y "anticristiano". Este breve folleto es un ruego para que un examen cordial y sincero de este importantísimo tema. El autor, y todos aquellos que comparten sus opiniones, desean recalcar con toda la vehemencia posible, que creemos que Jesús fue, y es, literalmente el Hijo de Dios. No somos 'unitarios', como aquellos que piensan que Jesús no es más que un hombre muy superior; ni somos 'adopcionistas', como los que sostienen que Dios "adoptó" a Jesús como su Hijo espiritual.
Nosotros creemos que Jesús fue "el Hijo unigénito de Dios" de la manera en que lo describen las Escrituras.
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